Hace treinta años, en ningún momento he demostrado simpatía ni reconocimiento alguno por los terroristas que capturaron a cientos de personas, por el contrario, mantuve distancia de ellos todo el tiempo. No participé de ninguna de las charlas y reuniones que organizaron. Me preocupé exclusivamente por el bienestar de los rehenes en la sala donde fui delegado y reclamé al terrorista Rojas (no al terrorista Cerpa) que reconocieran que nos habían retenido por la fuerza contra nuestra voluntad.